Coaching, Espiritualidad

Causa-efecto (karma)

No entiendo ¿por qué estoy viviendo lo que vivo? ¡Tengo mucha mala suerte! Por culpa de mi pareja estoy teniendo que vivir esta mala época, etc.

Propongamos para este artículo que el bien y el mal no existen. Nada es ni bueno ni malo.

TODO LO QUE HAGAS A LOS DEMÁS REGRESARÁ A TI. Es decir, si tenemos la posibilidad de escoger qué queremos en nuestra vida o qué queremos para nosotros será la manera que tratemos a los demás. La ley de la causa y efecto, en este caso particularmente el karma, habla de que todo lo que hagamos regresará a nosotros como un bumerán.

Regresando a que no existe ni bien ni mal, ¿qué queremos en nuestra vida? ¿Cómo queremos ser tratados?, depende de cómo tratamos a los demás.

La ley del karma es un ejemplo especial de la ley de causa y efecto que establece que nuestras acciones físicas, verbales y mentales son causas, y nuestras experiencias son sus efectos. La ley del karma enseña por qué cada individuo posee una disposición mental, una apariencia física y unas experiencias únicas. Estos son los efectos de las incontables acciones que cada uno ha realizado en el pasado. Puesto que no hay dos personas que hayan realizado las mismas acciones en situaciones pasadas, nadie puede tener los mismos estados mentales, experiencias y apariencia física que otro.

Cada ser posee su propio karma individual. Algunas personas disfrutan de buena salud y otras sufren enfermedades sin cesar. Unas tienen un físico atractivo y otras no. Algunas personas siempre están alegres en cualquier situación, mientras que otras suelen estar de mal humor y nunca están satisfechas. Algunas personas entienden con facilidad el significado de las enseñanzas espirituales, pero otras las encuentran difíciles y oscuras.

La palabra karma significa ‘acción’ y se refiere principalmente a nuestras acciones físicas, verbales y mentales. Las acciones que efectuamos dejan huellas o impresiones en nuestra mente, que con el tiempo, producen sus correspondientes efectos. Nuestra mente es comparable a un campo de siembra, y las acciones que cometemos, a las semillas que en él se plantan. Las acciones virtuosas son las semillas de nuestra felicidad futura, y las perjudiciales, las de nuestro sufrimiento. Estas semillas ya plantadas permanecen ocultas en nuestra mente hasta que al reunir las condiciones necesarias para su germinación producen su efecto.

Cuando planteamos nuestros objetivos nuevos, vale la pena tener la conciencia de saber el efecto de estos actos en los demás, y en mí mismo. Compartamos nuestros ideales con nuestro Coach para asegurar siempre tener el efecto deseado.

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