Coaching, Espiritualidad

Todo cae por su propio peso

Hay un juez llamado tiempo que pone a todos en su lugar.

Todos nosotros somos libres de nuestros actos pero no de las consecuencias. Un gesto, una palabra o una mala acción ocasionan siempre un impacto más o menos perceptible, y aunque no lo creamos, el tiempo es un juez muy sabio. A pesar de no dar sentencia de inmediato, siempre suele dar la razón a quien la tiene. Todo cae por su propio peso.

En mi experiencia como Coach de vida, para que alguien llegue lejos profesionalmente, para poder ser un buen profesionista, esa persona tiene que estar bien consigo mismo. En cambio, alguien guiado únicamente por el interés propio nunca alcanza la excelencia y esta es una realidad que también suele revelarse en el espejo del tiempo.

Cada uno cosecha lo que siembra y, aunque muchos sean libres en la elección de sus actos, no lo son de las consecuencias porque, tarde o temprano, ese juez llamado tiempo dará la razón al que la tiene.

Es importante tener en cuenta que aspectos tan comunes, como un tono de voz despectivo o el uso excesivo de burlas e ironías en el lenguaje, suelen traer serias consecuencias en el mundo afectivo y personal de las víctimas que lo reciben. El no ser capaz de asumir la responsabilidad de dichos actos responde a la falta de madurez que, tarde o temprano, trae consecuencias.

Una forma básica y esencial de tener en cuenta que todo acto, por pequeño que sea, tiene consecuencias, es hacer uso de lo que se conoce como “responsabilidad plena”. Ser responsable no significa solo asumir la culpa de nuestras acciones, es entender que tenemos una obligada capacidad de respuesta hacia los demás, que la madurez humana empieza haciéndonos responsables de cada una de nuestras palabras, actos o pensamientos que generamos para propiciar nuestro bienestar y el de los demás.

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