Hace pocos días platicaba con un amigo sobre el tema de redituabilidad espiritual. Y yo le exponía que a mi parecer a todos nos fueron dados diferentes tipos de talento y diferente número de ellos. Hay una parábola en el Nuevo Testamento que precisamente habla de eso.
Pero, regresando al tema, yo le exponía a mi amigo que a mi parecer todos los dones o talentos que tenemos en esta vida deben ser ocupados. Y esto es por varias razones:
– la primera es cuando los ocupamos nos damos cuenta que son eso, talentos, por lo que hacemos mediante ellos sale usualmente sobresaliente.
– es conocido que quien usa sus talentos es feliz y se siente realizado.
– nos hace sentir que tenemos un lugar muy especial en este mundo.
Y habrá más razones, pero para mí están son las principales. Mi amigo decía que para él la redituabilidad espiritual estaba dada en abrirle el camino a los demás. Explicaba que muchas veces en su vida había escuchado la frase de «si te salvas tu, y salvas a alguien más, tu vida valió la pena». Explicaba el sentimiento que se recibe al ver la transformación de una persona y verla caminando en el camino correcto, siendo feliz. Y yo le insistía que si esa transformación y caminar sobre el camino correcto tendría que ver con la misión de vida de cada uno y la utilización de los dones que cada uno tenemos. A lo que finalmente accedió que no lo veíamos inicialmente de la misma manera, pero el sentimiento más bonito que ha tenido es ayudar a alguien a encontrar su misión de vida y a aprovechar sus dones.
Las preguntas para este fin son:
– ¿Hacia dónde camino?
– ¿estoy cumpliendo mi misión de Vida?
– ¿sé cuál es mi misión de vida?
– ¿estoy aprovechando mis dones o talentos?
– ¿los conozco?
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