Cuentos con reflexión

Cuento La casa imperfecta

Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para retirarse a disfrutar su pensión de jubilación. Le contó a su jefe acerca de sus planes de dejar el trabajo para llevar una vida más placentera con su esposa y su familia. Iba a extrañar su salario mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de alguna manera.

El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo: construir una casa más. El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero era obvio que no estaba poniendo el corazón en lo que hacia. Utilizaba materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes, era deficiente. Era una desafortunada manera de poner punto final a su carrera.

Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le extendió las llaves de la puerta principal. «Esta es tu casa, querido amigo —dijo-. Es un regalo para ti».

Si el albañil hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, seguramente la hubiera hecho totalmente diferente. ¡Ahora tendría que vivir en la casa imperfecta que había construido!

Reflexión:

Cuando hacemos cosas por los demás muchas veces no las hacemos con todas las ganas. ¿Que y como las haríamos si las estaríamos haciendo por nosotros mismos? A mi parecer no entendemos bien las leyes universales y en este caso aplicaría mi favorita «cosechas lo que siembras». Para tener felicidad hay que dar felicidad. Si nos sentimos tristes, ayudemos a alguien que se siente triste.

Sería increíble  conseguir actuar siempre como si estuviésemos «construyendo nuestra casa». Cada cosa que hagamos hagámosla con pasión, entrega y amor.

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